Para tomar decisiones acertadas, lo primero que tienes que hacer es seguir tu instinto. Un estudio reveló que a la hora de tomar decisiones simples (como qué cereales comprar) es mejor usar la razón. Pero cuando nos enfrentamos a decisiones importantes (como el trabajo) resulta más rentable escuchar a tu instinto. Esto no quiere decir que te compres un coche cuando te dé el capricho. Pon en una balanza los puntos a favor y los puntos en contra y, si aún no llegas a una conclusión, deja que tu intuición sea quien juzgue
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